Ciberseguridad y Private Equity: añadiendo valor y reduciendo riesgo
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mayo 06, 2025
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Este artículo fue publicado en Capital & Corporate en marzo de 2025.
La ciberseguridad se ha consolidado como un pilar esencial para la sostenibilidad y el crecimiento de las firmas de private equity en el actual entorno digital. La sofisticación creciente de las ciber amenazas, junto con un marco regulatorio cada vez más exigente, obliga a estas entidades a replantear sus estrategias para mitigar riesgos y mantener e incrementar el valor de las inversiones. En este contexto, la ciberseguridad ya no es una opción, sino una necesidad imperante para garantizar la estabilidad operativa y financiera de estas firmas.
España se ha convertido en un objetivo destacado para los ciberdelincuentes. En 2024, los ataques de ransomware aumentaron un 72%, situando al país como el octavo más afectado a nivel mundia.1 Este escenario no solo pone en riesgo a las grandes corporaciones, sino también a las firmas de private equity (y sus participadas), que gestionan información financiera altamente sensible y estratégica. La ingenieria social sigue siendo una de las principales vías de ataque: en 2023, España fue el segundo país con más detecciones de antivirus por correo electrónico y el undécimo en envío de spam a nivel global.2
Las firmas de private equity son objetivos estratégicos para los atacantes por diversas razones. Manejan volúmenes significativos de datos financieros y empresariales críticos, publicitan inversiones y adquisiciones que pueden facilitar la labor de los ciberdelincuentes, y administran información confidencial en sectores clave como salud, tecnología y finanzas. A menudo, descuidan la evaluación de ciber riesgos en sus auditorías de due diligence y priorizan las auditorías financieras y operativas sobre las evaluaciones de seguridad digital. Además, un número significativo de estas firmas carece de equipos internos especializados en ciberseguridad, confiando en proveedores externos o en personal de TI con un enfoque más generalista. Estas vulnerabilidades pueden tener un impacto devastador en la rentabilidad y reputación de las firmas. Un ciberataque exitoso no solo afecta los resultados financieros, sino que también puede comprometer el valor de una inversión ante accionistas y reguladores. En casos extremos, puede incluso obstaculizar una posible salida a bolsa y disminuir el atractivo de una compañía para potenciales compradores.
En los últimos cinco meses, la Unión Europea ha reforzado la normativa en ciberseguridad con directivas como DORA (Digital Operational Resilience Act) y NIS2 (Network and Information Security Directive), que afectan a más de 33.000 empresas en España. Estas regulaciones imponen estrictos requisitos de seguridad y sanciones severas (hasta 10 millones de euros o 2% de la facturación global anual) para quienes no cumplan con los estándares mínimos de protección. Además, la responsabilidad se extiende a los directivos, quienes pueden enfrentar multas personales (hasta 1 million de euros), inhabilitación e incluso consecuencias penales en casos de negligencia grave. Por eso, es crucial que las firmas de private equity adopten un enfoque proactivo y garanticen el cumplimiento de estas regulaciones para evitar sanciones y preservar la confianza de los inversores.
Los ataques a firmas de private equity y sus empresas en cartera no son casos aislados. En los últimos años hemos visto ataques de phishing o filtración de datos en algunos fondos a nivel internacional. Pero también hemos visto casos en el contexto español, donde diversas compañías de todos los tamaños han sido víctimas de ciberataques significativos. Estos incidentes han dejado en evidencia que la inversión en seguridad no solo protege los activos digitales, sino que también asegura la continuidad del negocio en un mundo cada vez más digitalizado.
Más allá del cumplimiento normativo y la mitigación de riesgos, la ciberseguridad puede ser un factor de diferenciación competitiva y generación de valor para las firmas de private equity. Un enfoque sólido en ciberseguridad fortalece la confianza de inversores y clientes, mejora la percepción en el mercado y puede incrementar la valoración de una empresa. Implementar medidas de seguridad reduce la necesidad de costosos rescates y minimiza pérdidas por ataques. Además, un análisis de ciberseguridad previo a la inversión puede identificar vulnerabilidades críticas que impacten en el precio de compra o en futuras estrategias de salida. La integración de prácticas de seguridad digital también contribuye a la resiliencia operativa y a la capacidad de adaptación a nuevos desafíos tecnológicos y regulatorios.
Para abordar estos desafíos, las firmas de private equity deben adoptar una estrategia de ciberseguridad estructurada en tres niveles. Primero, incluir la ciberseguridad en la due diligence de cada inversión y establecer protocolos de seguridad alineados con normativas internacionales. Segundo, implementar planes de contingencia y contar con equipos especializados en gestión de ciber crisis. Finalmente, es esencial utilizar herramientas avanzadas para la detección de amenazas y fomentar una cultura de ciberseguridad dentro de las empresas en cartera.
Asimismo, las organizaciones deben realizar de la mano de expertos asesorías pre-transaccionales que impliquen due diligence en ciberseguridad, evaluaciones de madurez y análisis de inteligencia para comprender los riesgos inherentes a cada operación. También será necesario un soporte post-transaccional, desarrollando estrategias para la transformación y fortalecimiento de la ciberseguridad en las empresas adquiridas, y apoyo en su implementación. Además, en el caso de que existan ciberincidentes, deben contar con un servicio de respuesta eficiente, que permite a los fondos de inversión proteger todas sus empresas sin necesidad de realizar inversiones individuales en ciberseguridad para cada una, activando el servicio bajo demanda en los casos que el fondo considere.
Así, las firmas de private equity que integren la ciberseguridad en su estrategia no solo minimizarán riesgos, sino que también fortalecerán la resiliencia de sus activos y su sostenibilidad a largo plazo. Al adaptarse a los cambios tecnológicos y normativos con una visión proactiva, podrán posicionarse como líderes en un entorno cada vez más competitivo y digitalizado. La anticipación de amenazas y la inversión en seguridad no solo protegen el valor de las inversiones, sino que también pueden generar oportunidades estratégicas que permitan una ventaja competitiva frente a otros actores del mercado.
La ciberseguridad no solo se trata de tecnología, sino también de establecer una relación de confianza con clientes y colaboradores. Al demostrar un compromiso continuo con la protección de la información y la privacidad, las empresas crean un entorno seguro que fomenta relaciones de largo plazo y refuerza su reputación en el mercado.
La ciberseguridad efectiva genera confianza. Cuando una empresa demuestra que tiene un enfoque serio hacia la protección de la información, sus partners se sienten más seguros al interactuar con ella. La transparencia en las políticas de seguridad y en la gestión de incidentes también es vital. Las empresas que comunican de forma clara cómo protegen la información y cómo responden ante incidentes de seguridad pueden fortalecer su relación con stakeholders. La ciberseguridad debe ser vista no solo como un escudo de protección, sino como un motor de crecimiento y confianza en el mundo financiero actual.
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mayo 06, 2025