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¿Será 2025 el año de un sector bancario europeo más competitivo?
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junio 19, 2025
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En un contexto de tipos de interés a la baja, marcos regulatorios cada vez más exigentes y creciente fragmentación geopolítica, el sector bancario afronta un año especialmente desafiante. Sin embargo, con un enfoque estratégico adecuado, ¿podría 2025 ser el punto punto de inflexión?
Los principales ejecutivos del sector bancario, líderes de organismos financieros e instituciones regulatorias de ámbito internacional se reunieron en el 20º Encuentro del Sector Bancario, organizado por FTI Consulting e IESE Business School, para debatir sobre la situación económica y geopolítica actual y las perspectivas de futuro del sector bancario en España y en toda Europa. Sin embargo, una visión unánime destacó por encima del resto: el futuro competitivo del sector depende de cinco pilares fundamentales: crecimiento, rentabilidad, escala, innovación y digitalización.
Crecimiento con propósito
Hoy, crecer no significa solo aumentar el balance. Implica ganar relevancia económica y social, acompañar al tejido empresarial, facilitar el acceso al crédito y reforzar el vínculo de confianza con la ciudadanía. En un momento de reindustrialización y transición energética, la banca tiene un papel estructural. España, con indicadores sólidos de crecimiento, empleo y demanda de crédito, ofrece una oportunidad para consolidar un modelo más próximo, flexible y con visión de largo plazo.
Rentabilidad como base de sostenibilidad
La rentabilidad es una condición necesaria para garantizar la estabilidad del sistema y mantener capacidad inversora en un entorno de tipos a la baja. La creciente carga regulatoria y la competencia de nuevos actores exigen una gestión rigurosa del capital y una eficiencia operativa que no comprometa la calidad del servicio. El equilibrio entre rentabilidad y resiliencia es hoy un imperativo estratégico.
Escala para competir globalmente
La escala ha pasado de ser un atributo deseable a una ventaja imprescindible. La consolidación, en todas sus formas, se presenta como una vía para operar con mayor eficiencia, invertir en transformación digital y responder con agilidad a nuevas exigencias regulatorias. Pero este proceso necesita un marco más integrado. La falta de una unión bancaria en Europa efectiva sigue siendo uno de los principales frenos a la competitividad del sector en el continente.
Innovación como actitud estratégica
La innovación no es únicamente cuestión de tecnología. Es una forma de pensar, de anticipar el cambio y rediseñar la relación con el cliente. Innovar es también simplificar, personalizar y ofrecer valor añadido de forma eficiente. Las entidades que integren la innovación en su cultura organizativa estarán mejor posicionadas para diferenciarse y responder a las expectativas de los clientes del futuro.
Digitalización como ventaja estructural
Ya no basta con digitalizar canales. Hoy la digitalización debe atravesar toda la cadena de valor, desde la captación hasta el cumplimiento normativo. La banca que lidera lo hace a partir de los datos, la automatización y la personalización. Esto se hace especialmente evidente en la gestión de la ciberseguridad, donde la coordinación entre áreas clave (tecnología, legal, comunicación, etc.) es tan importante como la protección técnica.
Más allá de los cinco ejes estratégicos, el encuentro dejó claro que la banca debe asumir un papel activo en la transformación económica de Europa. La financiación de infraestructuras clave, la transición energética y la reindustrialización requieren una colaboración más estrecha entre entidades financieras, administraciones públicas e inversores institucionales. La sostenibilidad no puede funcionar como un freno procedimental, sino como un motor que acelere la inversión. Para lograrlo, es necesario simplificar los marcos ESG, reducir la complejidad operativa y promover criterios estables que permitan canalizar recursos hacia proyectos de alto impacto. La banca dispone del conocimiento, la experiencia y la capacidad de ejecución para liderar esta nueva fase.
Al mismo tiempo, la incertidumbre se ha consolidado como una constante del entorno financiero. Factores como la volatilidad geopolítica, la presión regulatoria, los ciberataques o los cambios tecnológicos ya no son episodios excepcionales, sino parte habitual de la toma de decisiones. Ante esta realidad, las entidades más preparadas están reforzando sus capacidades de anticipación, adaptando sus marcos de gestión del riesgo y desarrollando respuestas transversales que integran negocio, tecnología, legal y comunicación. La ventaja competitiva ya no estará en reaccionar rápido, sino en prever, adaptarse y mantener la estabilidad en escenarios cambiantes. En este nuevo ciclo, liderar no será resistir, sino transformar.
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Publicado
junio 19, 2025
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