Acostumbrados a los cisnes negros
-
enero 10, 2024
DownloadsDownload Article
-
Este artículo fue publicado inicialmente en Expansión el 26 de diciembre de 2023. El artículo está disponible en: https://www.expansion.com/opinion/2023/12/26/658aa8a4e5fdeaf9148b456d.html
En las reuniones y congresos de directivos es frecuente escuchar que la situación actual está marcada por una enorme complejidad e incertidumbre que va a ir a más y que se ha disparado la velocidad a la que llegan los cambios. Incluso se han hecho comparaciones con otros periodos históricos, comentando que el orden mundial está moviendo sus estructuras como no sucedía desde la Segunda Guerra Mundial.
Este ambiente acelerado marcado por la globalización, los cambios geopolíticos, los problemas climáticos y la tecnología han dejado atrás un mundo en el que las empresas estaban habituadas a encarar un episodio disruptivo cada tres o cinco años. Sin embargo, ahora vivimos en policrisis o permacrisis, definido por el diccionario Collins como un largo periodo de inestabilidad e inseguridad fruto de eventos catastróficos y la situación ha cambiado. La amplitud de estos eventos hace que la probabilidad de que cualquier empresa importante enfrente cero crisis en un período de cinco años sea casi nula.
Esos eventos devastadores y difíciles de predecir se denominan cisnes negros y ocurren con tal regularidad que casi ya no parecen extraordinarios: desde la pandemia, las interrupciones de la cadena de suministro, la guerra de Ucrania, la crisis energética europea, el auge de los populismos antieuropeos, la dependencia del mundo digital con el riesgo añadido de los ciberataques y la reciente guerra de Israel contra Hamás con sus similitudes con la crisis del petróleo de los años setenta.
El problema de estos eventos, y los que pueden llegar como consecuencia de la guerra entre Israel y Hamás, es que son difíciles de predecir y pueden tener un impacto masivo en las operaciones y la reputación de la empresa porque dañan sus planes estratégicos. Si es una firma cotizada, puede sufrir daños en su capitalización.
Y no son solo posibilidades teóricas. Hace unos años, examinamos 100 eventos cisnes negros a lo largo de dos décadas y los resultados muestran el impacto tangible de este tipo de eventos cuando se manejan de manera incorrecta. En esas 100 crisis, el 32% de los altos ejecutivos perdieron sus empleos; se destruyeron 200.000 millones de dólares en valor total y el 14% de las empresas estudiadas cerraron sus puertas.
La banca tuvo que soportar en 2016 la inédita llegada de los tipos de interés al 0%, que incluso pasaron a ser negativos, lo que modificó todos sus planes de negocio. Ahora las empresas han visto el mayor incremento de los tipos de interés en menos tiempo, encareciendo sus inversiones por encima de lo planificado, con enormes consecuencias financieras.
Europa está en un ambiente de estanflación, un fenómeno casi desconocido que, si se mantiene en el tiempo, obligará a cambiar los objetivos y estructuras de las empresas. Y no se pueden olvidar el riesgo reputacional por las acciones medioambientales, sobre las que existe un gran escrutinio público, así como los derivados del seguimiento de los criterios ESG, que ya están incluidos en la normativa empresarial.
Una reciente encuesta de FTI Consulting entre altos ejecutivos de todos los sectores recogía que éstos se sienten preparados para afrontar mayor litigiosidad, pero pocos tienen confianza en que sus organizaciones estén “muy preparadas” en cualquiera de las categorías críticas (especialmente en el ámbito tecnológico). Así, consideran probable que se incrementen las disputas relacionadas con los temas tecnológicos y los activos digitales.
Hemos visto el caso de compañías aéreas que han sufrido el robo de los datos de sus clientes, incluso el de las numeraciones de sus tarjetas de créditos, provocando molestias a los afectados por exigirles su anulación. Todas las empresas siguen de cerca la implantación de la Inteligencia Artificial (IA) generativa, que abre un mundo de ventajas competitivas, pero también riesgos desconocidos como la falta de transparencia, discriminación, preocupación por la privacidad, dilemas éticos, riesgos para la seguridad, desplazamiento laboral y la propia dependencia de la IA.
Los piratas informáticos y los actores maliciosos pueden aprovechar el poder de la IA para desarrollar ciberataques más avanzados, eludir las medidas de seguridad y explotar las vulnerabilidades de los sistemas. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, recurrió recientemente a una vieja ley de tiempos de guerra, la de Corea, para firmar un decreto que busca mitigar los riesgos de un desarrollo sin control de la IA. “Vamos a asistir a cambios tecnológicos más profundos en los próximos cinco años que en los últimos 50”, declaró el presidente estadounidense. Alabó sus ventajas, pero también destacó sus riesgos, “noticias falsas, reproducciones fraudulentas de la imagen de una persona, utilizando audio y vídeo generados por IA para difamar, difundir noticias manipuladas y cometer fraudes”.1
Estos riesgos se trasladan al ámbito empresarial. Los empleados tienen cada vez más información de su empresa, al tiempo que aumenta la rotación de las plantillas. Esto abre el riesgo a fuga de información confidencial, cada vez más difícil de controlar por el incremento de los soportes tecnológicos y los canales y redes sociales que se utilizan con normalidad.
La manera en la que una empresa maneja un cisne negro puede ser el mayor determinante de su valor de mercado. El ejecutivo que debe pilotar esta situación es el general counsel que depende directamente del CEO y, por supuesto, forma parte del comité de negocio de las compañías. Este directivo participa en la estrategia de la compañía ayudando a minimizar riesgos en las decisiones y está asumiendo cada vez más la responsabilidad de la gestión de crisis.
Lo cierto es que pilotar una situación compleja como esta exige tener un conjunto sólido de planes de contingencia implementados y realizar ejercicios para que las personas en toda la organización sepan qué hacer cuando ocurre lo inimaginable. Se precisa definir un equipo, establecer un plan, trabajar con discreción y planificar qué temas se pueden hacer públicos a los medios de comunicación. Esta tarea tiene implicaciones legales, éticas y en ocasiones sociales.
De todas formas, las empresas deben saber navegar en medio de la incertidumbre (económica, financiera, política, social o laboral…) y será esencial ser capaces de responder con agilidad a los retos, incluso con nuevas figuras en sus consejos de administración. Los economistas coinciden en que es necesario acostumbrarse a gestionar con esta falta de certezas, dirigir en un mundo que está cambiando de manera drástica, para bien y para mal.
Reproducido con el permiso de Expansión.
Footnotes:
1: Iker Seisdedos, “Biden recurre a una ley de tiempos de guerra para regular la inteligencia artificial: “La tecnología debe ser gobernada,” El Pais (October 30, 2023).
Publicado
enero 10, 2024
Contactos clave
Senior Managing Director, Head of Spain Strategic Communications